lunes, 21 de marzo de 2016

La caída de Roma y el fin de la civilización

LA CAÍDA DE ROMA Y EL FIN DE LA CIVILIZACIÓN

(Libro de Bryan Ward-Perkins disponible en Internet)

Bryan Ward-Perkins es un arqueólogo e historiador del Imperio Romano tardío y de la primera Edad Media, que trabaja especialmente en el periodo de transición entre las dos etapas, un campo de especialidad conocido también como Antigüedad tardía. Actualmente enseña en el Trinity College de la Universidad de Oxford. Publicó varios libros sobre el tema. En el 2005 publicó “La caída de Roma y el fin de la civilización”, traducido al castellano y publicado por Espasa-Calpe en 2007.
Los bárbaros invaden Roma
El autor sostiene que existen dos visiones sobre la caía del Imperio Romano de Occidente; una es la clásica y otra la moderna. La postura clásica sostenía que, al ser invadido por los pueblos germánicos, en el Imperio Romano se produjo una decadencia cultural notoria. Pone el acento sobre lo que Roma perdió por culpa de la invasión. La postura moderna, alentada por la nueva integración política que surge en Europa tras la formación de la Unión Europea, pone el acento sobre los aspectos positivos que surgieron tras la fusión de ambos pueblos.
Saqueo de una villa en la Galia , según Angus Mc-Bride
Las dos posturas usan un vocabulario distinto que revela el punto de partida de cada teoría. Así:
Cuando la postura Clásica habla de:
La Moderna, en cambio, habla de:
Decadencia
Revolución religiosa y cultural
Crisis
Transición o transformación
Invasión
Integración de los bárbaros
Irrupción violenta y traumática
Surgimiento de una fuerza positiva en la configuración de la Europa Moderna.

            El autor sostiene que la idea del asentamiento pacífico de los pueblos germánicos se opone a la realidad.
Saqueo de Roma por Alarico, según Pierre Joubert
La ocupación de los territorios se realizó por medio de la amenaza o el uso de la fuerza. Algunas provincia romanas tuvieron una invasión rápida y violenta (como África), en cambio, otras sufrieron durante generaciones enteras los saqueos y violencias de uno u otro pueblo (como la Galia o Italia).

¿Por qué cayó la parte occidental del imperio y sobrevivió la oriental?

            Ward-Perkins sostiene que Oriente no era más fuerte que Occidente. De hecho, las dos batallas más grandes que pelearon cada una de las partes del Imperio tuvieron resultados distintos. En la batalla de Adrianópolis (378 d.c.) el imperio oriental sufrió una terrible derrota a manos de los bárbaros, en cambio, en la batalla de Chalons o de los Campos Cataláunicos (451 d.c.) el occidente triunfó sobre los bárbaros.
            Entonces, ¿por qué se salvó el Imperio Romano de Oriente? Se salvó porque:
-       Tenía una enorme ventaja geográfica: el mar separa a Europa de Asia (estrecho de Dardanelos y el Bósforo).
-       Constantinopla era una ciudad inexpugnable, imposible de conquistar para los pueblos bárbaros, que no conocían las armas de asedio.
Reconstrucción de las murallas de Teodosio II
-       Las provincias más ricas de Oriente (Egipto y Asia Menor) quedaron a salvo de las invasiones, con más de las dos terceras partes de sus contribuyentes sin haber sufrido menoscabo.
-       En Oriente no hubo guerras civiles. A ello ayudó que el poder militar estaba dividido entre 5 comandantes. En cambio en occidente había 2 comandantes, lo que hacía más fácil que uno se revelara para intentar tomar el poder.
Las murallas consistían en un complejo sistema defensivo con un fozo y varias murallas
-       En este período Oriente estuvo en paz con su tradicional enemigo: el Imperio Persa.

Las consecuencias de las invasiones

            Para Ward-Perkins es alarmante la decadencia del nivel de vida occidental entre los siglos V y VII. La decadencia es de tal magnitud que se puede hablar del fin de una civilización. ¿Cómo se puede medir esto? De la siguiente manera.
Los logros de la economía romana fueron:
- Los productos fabricados dentro del Imperio Romano, incluidos los artículos de uso cotidiano, eran de una altísima calidad.
-  Los productos se distribuían en enormes cantidades por todo el imperio.
-  Los productos no sólo eran consumidos por los estratos más altos de la sociedad, sino que los consumían todas las capas sociales.
Estos “logros” de la economía romana van a desaparecer junto con el Imperio Romano de Occidente.
Veamos algunos ejemplos citados por Ward-Perkins para sostener esta idea:
1-    Las vasijas de cerámica tenían 3 características que, una vez desaparecido el imperio, no se volvieron a encontrar hasta muchos siglos después. Se caracterizaban por tener una óptima calidad, eran producidas en grandes cantidades y ampliamente distribuidas tanto geográfica como socialmente. Respecto de la calidad, en Italia, recién se va a encontrar el mismo nivel de fabricación en el siglo XIV.
Vasija en la que se representan gladiadores
Respecto de la cantidad, parece elocuente la existencia, en Roma, a orillas del Tiber, de lo que es conocido como Monte Testaccio. El Monte Testaccio es una colina artificial construida durante los siglos I y III d. C. que cubre un área de 20 000 m² en su base y se alza hasta los 35 metros, si bien con toda probabilidad fue algo más alta. Este monte está formado por restos de alrededor de 53.000.000 de ánforas rotas (Wikipedia da la cifra de 26 millones de ánforas); sobre todo de aceite de oliva procedentes de lugares como la Bética
Monte Testaccio en la actualidad
(aproximadamente el 80 % del total) o la Tripolitania (el 17 %). El restante 3 % proviene de la Galia, otras regiones de la península italiana, y también se han documentado algunas ánforas orientales. Se calcula que estas ánforas llevaron hasta Roma unos 6.000.000.000 (seis mil millones) de litros de aceite.
Excavación en Monte Testaccio
Respecto de la distribución, cabe destacar que en todo el imperio se encuentra cerámica de la mejor calidad hasta en las poblaciones más modestas.
2-    Producción metalúrgica. Los niveles de contaminación por la fundición de metales de las distintas épocas han podido ser estudiados por la contaminación encontrada en la nieve del ártico, que se acumula año a año formando estratos de nieve perenne. La contaminación de plomo y cobre fue muy alta en la época romana. Dichos niveles de contaminación sólo volvieron a ser alcanzados en los siglos XVI y XVII. Estos niveles de contaminación nos dan la pauta de la enorme producción de metales en la época romana (a mayor producción mayor contaminación).
3-    Las tejas. El techo de tejas estaba totalmente propagado en época romana, hasta las construcciones más sencillas, como los establos, tenían techo de teja. Luego este tipo de material para la construcción desapareció para ser reemplazado por los techos de paja o productos similares.
4-    Construcción con piedra y mortero (el mortero sería como nuestro cemento). En amplias zonas del imperio se perdieron las técnicas constructivas introducidas por los romanos. En Britania la mayor parte de las construcciones empezaron a hacerse con materiales perecederos, lo mismo pasó en Italia con la construcción de viviendas. En Italia sobrevivió la técnica de construcción con piedra y mortero solamente para las iglesias, pero estas eran tan pequeñas en comparación con las romanas que sólo se las puede calificar como de “enanas”. Encima, a las iglesias se las construía con materiales reciclados, es decir, materiales que habían sido utilizados en edificios antiguos destruidos para aquel entonces.
5-    La moneda. El sistema monetario desapareció casi totalmente de la vida cotidiana (la gente volvió a utilizar el trueque). En la época romana hubo un complejo sistema monetario con monedas de oro, plata y cobre. En algunas regiones, como Britania, este sistema desapareció ya en el siglo V. La moneda de cobre, que era la que usaba la gente para sus transacciones diarias, desapareció. Los reyes de los nuevos reinos romano-germánicos sólo van a acuñar monedas de oro y plata como una muestra de prestigio y poder.
6-    Descenso de la población. La tierra se volvió menos productiva y empezó a alimentar a menos personas. Esto se produjo por el quiebre de la especialización y el comercio. Mientras existió el Imperio Romano, cada zona producía aquellos bienes agropecuarios para los que estaba mejor preparada (por el tipo de tierra o el régimen de lluvias). Cada zona vendía sus productos y compraba en otras regiones aquellos productos que necesitaba. Esto hizo que los alimentos fuesen de buena calidad y tuviesen precios bajos. Cuando desapareció el imperio desapareció también el comercio por lo que cada zona debió a volver a producir todos los bienes que necesitaba, aquellos para los que tenía facilidad y aquellos en los que no. Por ello la tierra se volvió menos productiva. Con los animales sucedió lo mismo, antes eran criados en ricas tierras de pastoreo, luego se los empezó a criar en todas partes, lo que llevó a que empeoraron racialmente, produciendo menos carne o leche.
7-    Alfabetización. Los romanos utilizaban la escritura en forma casual, efímera y cotidiana (es decir, llenaban las paredes de insultos, propagandas políticas, declaraciones de amor, etc., todo lo contrario de aquellas civilizaciones que tuvieron una clase especial de gente, los escribas, para leer y escribir). En Roma la mayor parte de la población sabía leer y escribir. En Pompeya se encontraron más de 11.000 inscripciones, desde insultos, carteles que anunciaban “cave canem”, es decir, cuidado con el perro, grafitis, etc. Este tipo de escritura casual desapareció y, durante la Edad Media, los que sabían leer y escribir eran unos pocos.
En fin, se puede decir que el nivel de complejidad económica y cultural, alcanzado durante el Imperio Romano, desapareció. Luego de la caída de Roma se volvió a niveles de desarrollo anteriores a la época pre-romana. Hicieron falta muchos siglos de desarrollo para que en Europa se volvieran a alcanzar los niveles de vida de la época romana. Por esto se entiende que Ward-Perkins hable de “…el fin de la civilización”. 

lunes, 7 de marzo de 2016

Fin del misterio: así se construyeron las pirámides de Egipto

Así se construyeron las pirámides de Egipto

Científicos descubrieron el truco que reducía a la mitad la fuerza de tracción requerida para los trineos que utilizaban en las construcciones.


TN - Jueves 1 de Mayo de 2014

Cada uno de los bloques de piedra de La Gran Pirámide de Keops (Giza, El Cairo) pesa entre dos y sesenta toneladas. En total, suman más de dos millones de bloques solo para esta pirámide.
Aunque hasta ahora no estaba claro cómo los egipcios consiguieron mover esta gran cantidad de piedras, físicos de la Fundación FOM y la Universidad de Amsterdam han descubierto que utilizaban un truco para hacer más fácil su transporte durante la construcción de las pirámides.
Según señalaron los autores del estudio, las piedras que solían arrastrarse sobre una losa a la que se ataba una cuerda a modo de 'trineo', se transportaban por zonas donde se había humedecido la arena,lo que permitía un mejor deslizamiento.
Según explican los expertos en el artículo publicado en Physical Review Letters, los experimentos realizados demostraron que una cantidad correcta de humedad en la arena reduce a la mitad la fuerza de tracción requerida.

Para llegar a esta conclusión, los físicos colocaron una versión de laboratorio del trineo egipcio en una bandeja de arena. Con este ejemplo se determinó tanto la fuerza de tracción requerida, así como la rigidez de la arena en función de la cantidad de agua en la arena.
Con estas prácticas, los científicos encontraron que la fuerza de tracción requerida disminuyó de manera proporcional a la rigidez de la arena. Ésto se debe al suceso conocido como puente capilar, cuando pequeñas gotas de agua se unen los granos de arena y forman un plano rígido.
"Un trineo se desliza con mayor facilidad sobre la arena del desierto firme simplemente porque la arena no se acumula en la parte delantera del trineo como lo hace en el caso de la arena seca", agrega uno de los investigadores.
La pista pintada
Los expertos señalan que posiblemente los egipcios fueron conscientes de este "truco". Una de las pruebas es la pintura de una de las paredes de la tumba de Djehutihotep, jefe de una de las regiones del Alto Egipto durante los reinados de Amenemhat II, Sesostris II y Sesostris III (1914-1852 a.C.) que muestra claramente a una persona parada en la parte delantera del trineo arrojando agua sobre la arena.

Estos resultados también son interesantes para sus aplicaciones modernas, aseguran los autores. Creen que este descubrimiento puede ser útil para optimizar el transporte y el procesamiento de material granular, que actualmente representa alrededor del 10% del consumo de energía en el mundo.

sábado, 27 de febrero de 2016

El ejército romano y la legión, forja de un imperio

El ejército romano y la legión, forja de un imperio
Entre los S.V y I a.C. la república romana pasó de ser una reducida ciudad-estado a convertirse en una potencia imperial que dominó el Mediterráneo por la fuerza de las armas.

Por Laura Martín



En su esplendor, el ejército romano fue la fuerza bélica más eficaz de la Antigüedad: conquistó y mantuvo un imperio que en el S.I d.C. ocupó desde Gran Bretaña hasta el norte de África y de la península Ibérica hasta Egipto. La piedra angular de esta colosal organización fueron las legiones, una entrenada infantería profesional cuyas armas eran la espada, el escudo y la jabalina. Superiores a las demás fuerzas de combate tanto en campo abierto como en el asedio, amedrentaron o destruyeron a los enemigos de Roma en campañas despiadadas.
El primer ejército romano estaba formado por una milicia de soldados con dedicación parcial: todos los ciudadanos servían al estado durante periodos concretos. En el S.III a.C. las legiones comenzaron a tomar la forma y la organización que las convertiría en una fuerza prácticamente invulnerable. Sin ser todavía profesionales, eran extremadamente eficaces en el combate, y a medida que sus campañas extendían las fronteras de Roma, el servicio de los ciudadanos a tiempo parcial acabó siendo insuficiente para las necesidades militares del Imperio. Para las campañas prolongadas en lugares lejanos -o para una  guarnición permanente en las fronteras-, ya no servían simples ciudadanos a tiempo parcial. El ejército que conquistó la Galia bajo las órdenes de Julio César fue ya una fuerza regular de soldados profesionales.

Legionarios y auxiliares

La profesionalización del ejército también tenía desventajas, pues los soldados regulares acababan dirigiendo su fidelidad a su comandante en vez de al Estado, lo que supuso que durante un tiempo Roma sufriera guerras civiles entre generales rivales de su propio ejército. Pero cuando Augusto fue nombrado primer emperador, el ejército regular se convirtió en la base del Imperio Romano. Este ejército contaba con cohortes auxiliares formadas por bárbaros que no gozaban del privilegio de la ciudadanía romana. Incluía también caballería, elemento importante en el campo de batalla. Pero esto era complementario: El núcleo esencial era la infantería de ciudadanos romanos.
El legionario, encargado de mantener el Imperio Romano en su apogeo, era un soldado de a pie entrenado para luchar en formación cerrada con espada corta y jabalina. Por lo general era voluntario y debía cumplir ciertos requisitos: Ser ciudadano romano (los esclavos quedaban rigurosamente excluidos de la legión así como los condenados por delitos graves o pendientes de un proceso), y pasar duros exámenes físicos (podían ser rechazados por escasa estatura o por razones médicas). Pese a ello, los legionarios no eran una élite distinguida. En los primeros tiempos se ingresaba conforme a requisitos de propiedad, pero pronto los voluntarios del ejército profesional procedían de clases bajas, hijos de campesinos, e incluso vagabundos.

La vida en las legiones

La Legión atraía a hombres de vida insegura y sin perspectivas. El legionario recibía una paga humilde, y no cobraba más que un labrador, pero tenía la seguridad del trabajo, comida todos los días y oportunidad de progresar. Una vez reclutado se alistaba para veinte años de servicio activo, más otros cinco años como veterano, con deberes menos exigentes. Durante un cuarto de siglo era destinado a las fronteras del imperio y sometido a una férrea disciplina y a castigos severos, incluido el castigo de diezmo (el asesinato de uno de cada diez hombres a manos de sus compañeros). En teoría no estaba permitido casarse durante el servicio, aunque en la práctica muchos legionarios formaron familias sin haber salido del ejército. Al acabar los 25 años de servicio recibían como recompensa un lote de tierra en una colonia militar junto a otros veteranos.
Cualesquiera que fueran las razones para su alistamiento, los soldados quedaban, al poco tiempo, vinculados al ejército gracias a unos lazos de lealtad y fraternidad al grupo en el que se hallaban. Unos lazos que se fomentaban en cualquier ámbito. La organización jerárquica estaba muy unida. En el nivel más bajo los legionarios formaban parte de un contubernium, consistente en un grupo de 8 hombres que compartían barracón y hacían vida juntos. Cada diez contubernia se formaba una centuria. Al mando de la centuria, el centurión. Seis centurias formaban una cohorte. Diez cohortes, una legión. Cada legión tenía sus propias tradiciones, sus propios símbolos, con los que se identificaban los soldados, creando hasta cierta rivalidad entre legiones. El oficial con el que interactuaba el soldado era el centurión, y por debajo, los principales. Para ser centurión el legionario debía cumplir quince años de servicio, saber leer y escribir –cumplía tareas administrativas-. Por encima del centurión el acceso estaba vetado, destinado a miembros de las clases dominantes, puestos por protectores poderosos.

Instrucción y funciones de un legionario

Los legionarios eran destinados a zonas lejanas, normalmente a las fronteras del imperio o a las ciudades del Este del Mediterráneo, donde hacía falta una presencia militar importante, pues el riesgo de rebelión era mayor. En estos casos, el combate era poco frecuente, por lo que los soldados acababan pasando gran parte de su tiempo acuartelados. Había que hacer un esfuerzo para mantenerse en buena forma militar, de modo que el entrenamiento en la Legión era esencial.
El entrenamiento tenía tres objetivos. La forma física, la habilidad en el uso de armas y la coordinación entre hombres como parte de un todo. Marchas de hasta cincuenta kilómetros cargados con el equipo, simulación de combates individuales o en equipo. Marchas y formaciones… pero esto no era todo. Aparte de estas rutinas, las guardias, el cuidado de los equipos y los uniformes, también realizaban tareas de vigilancia en zonas de riesgo, y obras de construcción civiles y militares, a gran escala: acueductos, calzadas, fuertes e incluso talleres de manufactura, de armas y cerámicas. Las tareas eran tantas que los legionarios acababan acogiendo con entusiasmo las campañas  bélicas para poder evitar las rutinas habituales.
Estas campañas tenían un objetivo casi disciplinario, esto es, infligían tal estrago al enemigo o a los sublevados que esperaban sembrar el miedo suficiente para evitar que se repitiera. Las marchas tenían, en teoría, una velocidad de 6 km/h aunque finalmente quedaba marcada por los carros, los animales de carga y la artillería. Por lo general, la logística era tan buena que podía suministrar alimentos, tanto a los legionarios como a los animales, durante la campaña.
En ocasiones, la función principal de los legionarios era devastar brutalmente la zona, a modo de castigo, destruyendo cosechas, ganado y edificios. 
Al caer la noche, se construían campamentos provisionales defensivos, rodeados por un terraplén, con empalizada y un foso. Para ello, unos diez hombres de cada centuria se adelantaban para adelantar trabajo. Definitivamente, las legiones realizaban labores ingenieriles asombrosas, con el fin de salvar obstáculos naturales. Durante la primera campaña contra los dacios el ejército de Trajano cruzó el Danubio por un puente provisional de barcas que construyeron con urgencia. Regresaron cinco años más tarde para una campaña decisiva, y construyeron un puente colosal con arcos, en piedra y madera.

El asedio: armas y tácticas

El asedio suponía una operación prolongada en tiempo, pues asaltar una ciudad fortificada podía resultar una tarea harto difícil. El último recurso en los asedios era entrar en la plaza fuerte para la lucha cuerpo a cuerpo. Si ocurría, los habitantes defensores, que se habían negado a rendirse con anterioridad, no debían esperar ningún tipo de piedad. Los legionarios habían visto morir sus compañeros y ahora se entregaban a una matanza desenfrenada, a las violaciones y al pillaje. Era su recompensa por la victoria y la venganza por la muerte de sus compañeros. Esta práctica era una táctica que Roma fomentaba para disuadir a otros oponentes a resistirse.
Durante el asedio al ejército de Vercingetórix en Alesia, -Galia Central- (Francia), los legionarios de César construyeron un muro y un foso de 18 km, con 23 fuertes y más de 100 torres de madera alrededor del fuerte galo, que estaba situado sobre una colina. Al acabar, erigieron un muro fortificado que miraba hacia el exterior, para defenderse del ejército galo que acudía en auxilio de los sitiados. Esto ocurrió en el año 52 a.C.
Los romanos usaban artillería de asedio para bombardear al enemigo, generalmente con artefactos derivados de la ballista, máquina similar a una ballesta pero gigante. En el Imperio tardío se usaría además una catapulta de un solo brazo llamada onagro. Ninguna de estas máquinas sería suficiente para derribar murallas. Se disparaban desde las torres de madera para causar daño y bajas dentro del recinto asediado. Para abrir una brecha en los muros, los legionarios se acercaban a su objetivo mediante el famoso testudo (en latín, tortuga). En esta formación el grupo de soldados avanzaba cubierto completamente por los escudos. Al alcanzar el muro, lo atacaban con barras de metal y picos, o trataban de cavar un túnel.

La legión en las batallas

Las batallas campales eran poco frecuentes pero suponían la prueba principal para medir la pericia y la valentía del legionario. No tenían ninguna ventaja tecnológica especial, aunque desplegaban artillería en forma de pequeñas ballistae llamadas escorpiones, estas armas no eran decisivas. Los romanos no solían emplear fortificaciones provisionales en el campo de batalla, salvo para defender los flancos. Su armadura era ligeramente superior, pero la espada, la lanza y el escudo eran similares a las de los ‘bárbaros’. La brutalidad del combate cuerpo a cuerpo exigía mucho valor: era entonces cuando los lazos de camaradería y la fidelidad al cuerpo desplegaban todo su efecto.
No es que las legiones fueran invencibles, pero sus éxitos frente a enemigos en los dos primeros siglos de la era cristiana  son impresionantes. Del S.III en adelante las legiones serían a menudo un arma para las luchas de poder entre líderes. Problemas económicos obligarían a usar armaduras baratas, y las crisis políticas dificultaron la formación y el suministro. En el Bajo Imperio había desaparecido la distinción entre ciudadanos legionarios y auxiliares bárbaros. Sin embargo, muchas tradiciones del ejército romano perdurarían en el Imperio Oriental.

Las tropas auxiliares

Los auxiliares se reclutaban entre los pueblos bárbaros, normalmente aquellos bajo el yugo ya del Imperio, que no gozaban del privilegio de ciudadanía. Eran un refuerzo necesario para el ejército romano por el número de efectivos y más aún por su especialización. Constituían la mayor parte de la caballería. Los auxiliares debían servir también durante 25 años. Al completar su servicio se les recompensaba con la concesión de la ciudadanía romana para ellos y sus descendientes. Una cohorte auxiliar estaba formada por reclutas de una misma región, acuartelada lejos de su lugar de origen –política que también puso en práctica el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial–. Cobraban menos que los legionarios y solían encarar las acciones más arriesgadas, pero estaban sujetos a una disciplina menos rigurosa, no participaban en los trabajos de ingeniería y construcción, y cargaban con menos peso en las marchas.
Muchos auxiliares estaban especializados según regiones, como los honderos baleares y los arqueros sirios. Los más significativos fueron los expertos jinetes de Batavia, Panonia y Tracia, armados con lanzas, jabalinas y spatha, espada más larga que el gladius de la infantería. La caballería no solía actuar como fuerza de choque contra la infantería, sino que defendía los flancos, rodeaba al enemigo y perseguía a los soldados en fuga. En el Bajo Imperio fue adquiriendo un papel cada vez más importante en la batalla.

Armas y armaduras

La armadura del legionario combinaba protección y movilidad. Cabeza, hombros y torso quedaban protegidos por el casco y la coraza de hierro, pero brazos y piernas quedaban al descubierto. A veces los soldados llevaban grebas para protegerse las piernas e incluso placas solapadas para los brazos. La armadura corporal a base de placas solapadas fue común. Podía pesar hasta 9 kilos y llevaba algún tipo de forro acolchado para la comodidad del legionario. Las resistentes sandalias de suela con clavos de hierro se llamaban cáligas.
El legionario en marcha cargaba con la armadura, el escudo y las armas, que podían llegar a pesar 20 kilos, pero además portaba una serie de objetos -desde herramientas hasta utensilios de cocina- que podía suponer 15 kilos más de carga. Los elementos más pesados viajaban en carretas de bueyes. Algunos soldados no llevaban carga con el fin de estar listos para el combate en caso de emboscada. El armamento habitual eran dos jabalinas, y una espada corta para luchar cuerpo a cuerpo una vez entablada la batalla. Algunos legionarios llevaban también un puñal.

Los fuertes romanos

Las mejores fortificaciones del mundo antiguo fueron realizadas por los romanos. En campaña, las legiones –nunca los auxiliares- construían campamentos fortificados rodeados por un terraplén, con empalizada y un foso. Los campamentos fortificados permanentes eran de piedra. Los provisionales eran de madera. Los fuertes servían como cuarteles, como almacenes de suministros y como centros administrativos para mantener la presencia militar romana en territorios potencialmente hostiles. Las condiciones de habitabilidad eran muy simples y el espacio escaso, pero contaban con baños con calefacción y las letrinas con agua corriente. Alrededor de los fuertes se asentaba la población local para abastecer a las tropas. Por eso, muchos pueblos y ciudades actuales tienen su origen en una base militar romana.

Los barracones

Los barracones eran de piedra con tabiques hechos de ramas entrelazadas. Las tropas se dividían en contubernia de ocho hombres. A cada contubernium le correspondía un reducido espacio de dos habitaciones donde debía guardar gran parte de su equipo. El centurión y los oficiales de menor graduación ocupaban un espacio algo mayor al fondo de los barracones. La caballería se alojaba en barracones de tamaño similar, con treinta hombres y sus animales en cada bloque. Por el contrario, el oficial al mando del fuerte disponía de una vivienda cómoda.
Eso sí, los romanos exportaban su estilo arquitectónico, y la vivienda oficial debía imitar a la típica villa romana, independientemente del lugar donde se ubicaran. Al no tener en cuenta el clima local, estas construcciones mediterráneas aireadas y con patrio central abierto resultaban bastante inapropiadas en los severos inviernos de las provincias septentrionales.

Los enemigos de Roma

Los Cartagineses: el ejército con el que Aníbal invadió Italia en 218 a.C. era una fuerza mercenaria de procedencia diversa, reclutada principalmente entre los aliados, norteafricanos de Cártago, y hombres de Hispania. Cada pueblo luchaba con los suyos y a su manera. Los libios tenían una gran infantería y los númidas una excelente caballería ligera. Las tribus montañesas hispanas luchaban a caballo o a pie, con una espada corta. Los baleares dominaban el uso de la honda, con la que lanzaban lluvias de piedras y bolas de plomo. Los elefantes de guerra de Aníbal, de una raza africana menor, servían para dispersar a la caballería enemiga y como torre para lanzar flechas.
El ejército cartaginés derrotó a los romanos en Cannas, (216 a.C.), y su campaña en Italia duró 15 años. Al trasladarse la lucha al norte de África tuvo que nutrirse de reclutas autóctonos. Roma les derrotó definitivamente en Zama.

Los Germanos: Teutones, godos, francos, vándalos, entre otros, fueron de los enemigos más persistentes para el Imperio romano durante casi siete siglos. Al igual que los celtas, los germanos estaban acostumbrados a la guerra tribal más o menos permanente, practicada por lo general en bandas capitaneadas por un líder experimentado. Luchaban en densas falanges de infantes armados con lanzas con punta de hierro. Evitaban las batallas campales y preferían la emboscada y el ataque por sorpresa seguido de una retirada rápida. De los ostrogodos y los vándalos nacería una especie de aristocracia montada a caballo, con armadura, como figura previa a lo que posteriormente sería el caballero medieval.

Los celtas: Los celtas de la Galia, de Bretaña o de la Península Ibérica practicaban un tipo de combate completamente diferente al romano. Se trataba de grupos de jóvenes, liderados por un veterano, que realizaban incursiones en los pueblos vecinos. Las batallas tribales tenían un carácter ritual, tanto es así que antes de empezar a luchar algunos guerreros retaban a sus enemigos a un combate individual. Atacaban cargando, salvajemente, entre gritos ensordecedores. Los guerreros de élite utilizaban casco e incluso armadura de cuero, pero su defensa principal era el escudo. A pie blandían largas espadas de tajo y lanzas cortas. Algunos celtas usaban carros para desbaratar la formación rival.
Los romanos se enfrentaron por primera vez con los celtas cuando estos invadieron Italia en el S.IV antes de Cristo. Tras esto los enfrentamientos fueron numerosos. Destacan sobre todo las campañas, antes mencionadas, contra Vercingetórix y la reina britana Boudicca.

Fuente: La Gaceta
Sábado, 2. Enero 2016


Hallan evidencia de una masacre prehistórica - El arte rupestre no representaba matanzas

Hallan evidencia de una masacre prehistórica

El descubrimiento fue en Kenia y se trata del combate más antiguo del que se tengan pruebas. Según el estudio de la Universidad de Cambridge, las víctimas fueron muertas con alevosía y un tiro de gracia.
El hallazgo fósil es de 2012, pero los científicos que estuvieron a cargo de la investigación dieron a conocer los resultados hace pocos días, en la revista Nature. Encontraron en el norte de Kenia restos humanos de un grupo de cazadores-recolectores que, hace unos 10.000 años, fueron asesinados con premeditación y alevosía por otro grupo: se trata del combate más antiguo del que se tenga evidencia hasta ahora. La conflictividad entre comunidades es un largo objeto de controversia científica.
De la investigación se ocupó el Centro Leverhulme de Estudios Evolutivos Humanos de la Universidad de Cambridge, encabezada por la bióloga Marta Mirazon Lahr, que nació en Argentina y se formó en Brasil. Ella, junto a otros científicos, encontró los restos de veintisiete humanos en Nataruk, a unos 30 kilómetros del lago Turkana. Entre los huesos hallados, podían formarse casi completamente los esqueletos de doce individuos. Los investigadores determinaron que diez de ellos presentaban signos de una “muerte violenta”: tienen “traumatismos extremos” en el cráneo y los pómulos; manos, costillas y rodillas fracturadas; lesiones producidas por flechas en el cuello; e impactos de piedra (obsidiana) en el cráneo y el tórax.
“Las muertes en Nataruk son testimonio de la violencia entre grupos y la guerra en la prehistoria. Estos restos registran la muerte intencional de un pequeño grupo de cazadores-recolectores”, explica Mirazon Lahr en el informe que se publicó en Nature. Los investigadores dataron los restos hace 10.000 años, a través de mediciones con carbono, y aseguran que las víctimas del ataque no fueron sepultadas, cuando ya existían rituales funerarios, sino arrojadas a una laguna que se secó hace miles de años. Entre los 27 esqueletos –más o menos completos– que hallaron, hay ocho mujeres, ocho hombres, seis criaturas –cinco de ellos, según los restos de sus dentaduras, menores de seis años– y cinco adultos cuyo género no pudo determinarse. Cuatro de los individuos evidenciaron que sus manos o sus pies habían sido atados, y cada chico apareció cerca de alguna mujer. En el abdomen de una de las mujeres, además, se encontraron restos fetales.
Aunque había documentación de un acto de canibalismo hace unos 800.000 años, el hallazgo de Nataruk implica, según los expertos, que un grupo de cazadores-recolectores atacó a otro y que usaron en ese ataque armas –flechas y palos de madera, por ejemplo– que no usaban cotidianamente, lo que supone la intención y planificación del ataque. Según la investigación, hubo un primer ataque con flechas, a la distancia, y golpes cercanos que sirvieron de “tiros de gracia”.
La masacre fue en el Holoceno (neolítico), el período inmediatamente posterior a la última glaciación; y donde ahora no quedan rastros de humedad, supo haber una laguna rodeada de pantanos y bosques, con buen acceso a la pesca y el agua potable. “Puede haber resultado de un intento de apoderarse de los recursos: territorio, mujeres, niños y alimentos almacenados”, describe Mirazon Lahr. Aunque los cazadores-recolectores de la época eran más nómadas, los estudiosos suponen que Nataruk era un lugar codiciado por sus condiciones ambientales y que los restos hallados son evidencia de que la guerra, a una escala menor que en la antigüedad, ya estaba presente en aquellas sociedades prehistóricas.
Clarín, sección Cultura, 24 de enero de 2016.

El arte rupestre no representaba matanzas

Responde José Emilio Burucúa.
El hallazgo del lago Turkana (de un hecho ocurrido hace 10.000 años, en el neolítico) nos llevó a preguntarnos cuál se considera la primera representación artística de una matanza humana. En su bello estudio Cómo sucedieron estas cosas, en colaboración con Nicolás Kwiatkowski, el filósofo e historiador José Emilio Burucúa repertorió imágenes de masacres y genocidios tal como aparecen desde el Medioevo en adelante. El libro comienza por describir la muy temprana asimilación de la masacre humana y la cacería de bestias. Le preguntamos por el arte rupestre, que representa a grupos de cazadores en las cuevas de Altamira y Lascaux, en realidad en el paleolítico, en una Europa 10 mil años anterior a las víctimas halladas en Kenia. 

–No existen en el arte rupestre representaciones del conflicto humano. Los estudiosos creen que en el paleolítico no había combates, más allá de los crímenes personales. Sostienen que para tener una masacre se requieren territorialidad y líderes. No hay masacre sin un territorio que se considere propio a partir de la agricultura, que aparece luego. El arte rupestre de España y Francia es contemporáneo de las Venus de la fertilidad. Sabemos que la pintura de cacerías tenía un sentido mágico, era una propiciación que daría eficacia al cazador. De haber sido comunes los combates, es probable que se los hubiera representado para inducir el triunfo.

–¿Cuál es la representación más antigua que se conoce de una masacre humana?
-La estela del rey Narmer, que unificó Egipto hacia 3000 a.C. Es revelador que también sea la primera representación del poder. Muestra al faraón golpeando a su enemigo; en su cara posterior, él mismo cuenta los muertos y es representado como un toro.
Clarín, sección Cultura, 24 de enero de 2016.

viernes, 26 de febrero de 2016

Los números romanos

Los Números Romanos

Vamos a ver que son y cómo se escriben los números romanos. El número romano es un sistema de numeración no posicional que se desarrolló en la Antigua Roma y se utilizó en todo el Imperio romano. Los signos son estos:
Este sistema emplea algunas letras mayúsculas como símbolos para representar ciertos números, la mayor parte de los números se escriben como combinaciones de letras, por ejemplo, el año 2013 se escribe como MMXIII (donde cada M representa 1000, la X representa 10 más y III tres unidades más).
Símbolos: La siguiente tabla muestra los símbolos válidos en el sistema de los números romanos, y sus equivalencias en el sistema decimal:

Romano
Decimal
Nota para recordar los números
I
1
Uno
V
5
Cinco. V es la mitad superior de X.
X
10
Diez
L
50
Cincuenta
C
100
Letra inicial de Cien
D
500
Quinientos
M
1000
Letra inicial de Mil

Para números con valores igual o superiores a 4000, se coloca una línea horizontal por encima del número, para indicar que la base de la multiplicación es por 1000.
Para escribir los Números Romanos, se deben cumplir las siguientes reglas:
1ª   Si a la derecha de una cifra romana se escribe otra igual o menor, el valor de ésta se suma a la anterior. Ejemplos:    VI = 6;    XXI = 21;    LXVII = 67 
2ª   La cifra "I" colocada delante de la "V" o la "X", les resta una unidad;  la "X", precediendo a la "L" o a la "C", les resta diez unidades y la "C", delante de la "D" o la "M", les resta cien unidades. Ejemplos:    IV = 4;    IX = 9;    XL = 40;    XC = 90;    CD = 400;    CM = 900

3ª   En ningún número se puede poner una misma letra más de tres veces seguidas. Ejemplos:    XIII = 13;    XIV = 14;    XXXIII = 33;    XXXIV = 34