El culto de MITRA
La religión persa conocida como zoroastrismo, por su fundador Zoroastro (Zarathustra), o mazdeísmo, por el nombre de su dios AHURA-MAZDA, es la denominación de la religión, fundada entre los años 700 y 600 a.c., basada en las enseñanzas del profeta y reformador iraní Zoroastro, que reconocen como divinidad a AHURA-MAZDA, considerado por Zoroastro como el único creador increado de todo.
El zoroastrismo tiene muchos elementos
en común con el cristianismo. Uno de ellos es verdaderamente impresionante. Se trata
del culto a MITRA, que es el hijo de AHURA-MAZDA.
El culto de MITRA se extendía desde
Persia (lo que hoy es Irán) hasta las más distantes fronteras romanas. MITRA
era el hijo de AHURA-MAZDA, el Dios de la Luz. MITRA mismo era también el dios
de la luz, de la verdad, de la pureza y del honor; a veces se le identificaba
con el sol y se le consideraba como el caudillo de la guerra cósmica contra los
poderes de las tinieblas. Siempre aparecía como un mediador entre su padre y
sus partidarios o creyentes, a los que protegía y animaba en la lucha contra el
mal, la mentira, la impureza y las otras obras de AHRIMÁN, el Príncipe de las
Tinieblas. Cuando los soldados de Pompeyo llevaron esta religión de Asia Menor
a Europa, un artista griego representó a MITRA arrodillado sobre el lomo de un
toro y clavándole un puñal en el cuello, y esta representación se convirtió en
el símbolo universal de la fe.
Tauroctonía de Mitra expuesta en el British Museum |
En lo que hace al culto de esta fe,
podemos destacar que se consagraba el séptimo día de cada semana al dios-sol; y
el 25 de diciembre sus seguidores celebraban el nacimiento de MITRA, “el Sol
Invencible” que, en el solsticio de invierno, había ganado su victoria anual
sobre los poderes de la oscuridad. Tertuliano habla de un sacerdocio de MITRA
que tenía un “supremo pontífice” y dice que había hombres solteros y vírgenes
que servían al dios; en su altar se ofrecían diariamente sacrificios, los
devotos compartían pan y vino consagrados y el momento culminante de la
ceremonia se señalaba con el sonido de una campanilla. Ante la cripta en que se
representaba al joven dios acogotando al toro ardía constantemente una llama.
El mitraísmo predicaba una elevada
moralidad y exigía a sus “soldados” pelear a lo largo de la vida contra el mal
en todas sus formas. Afirmaban sus sacerdotes que después de la muerte todos
los hombres comparecerían ante MITRA para ser juzgados, entonces las almas
impuras serían entregadas a AHRIMÁN para que sufrieran eterno tormento, en
tanto que las almas puras subirían a través de siete esferas, despojándose en
cada etapa de algún elemento mortal para ser luego recibidas en la plenitud de
la gloria celestial por el propio AHURA-MAZDA.
Estas creencias se difundieron por el
occidente de Asia y Europa en los siglos II y III. A los Padres de la Iglesia les
chocaba encontrar tantas semejanzas entre su propia religión y el mitraísmo;
decían que se trataba de cosas tomadas del cristianismo o bien estratagemas de
Satanás para crear confusión entre los cristianos. Es difícil decir cuál de las
dos religiones tomó préstamos de la otra: tal vez las dos absorbieron ideas que
flotaban en el ambiente religioso de Oriente.
Estos interesantes datos fueron
adaptados de la obra de Will Durant, César
y Cristo – Historia de la civilización romana y del cristianismo desde sus
comienzos hasta el año 325 d.c., Tomo II, Buenos Aires, 1948, Editorial
Sudamericana, páginas 220-221.
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